25 de septiembre de 2009

Vida de un soldado de Seguridad Ciudadana


En Guatemala diferentes sectores han solicitado al gobierno la creación de destacamentos militares para proveer seguridad ciudadana. El ejército actualmente trabaja en apoyo de la Policía Nacional Civil.

Conciente de las denuncias de corrupción, aún creo que hay soldados y policías honestos.

Esta es la carta de un miembro de la Guardia Civil Española que encontré publicada en un blog llamado Fuerzas de élite donde pueden encontrar la versión original.

Le he hecho algunas modificiaciones pensando en algún miembro de las Fuerzas de Seguridad Ciudadana o de la Policía Nacional Civil de Guatemala.

Si acaso es válida la forma, sea este un agradecimiento a los oficiales y soldados de los Escuadrones de Seguridad Ciudadana y a los Policías Nacionales civiles, servidores públicos honestos que cumplen con su deber con abnegación y responsabilidad.

NO SOY PERFECTO.
LO SIENTO.


Estimado ciudadano:


En mis jornadas de trabajo he registrado y decomisado armas de fuego, drogas, cuchillos y navajas, defensas, bates y un sin fin de artilugios semejantes que podían haber resultado mortales para alguno de tus seres queridos o incluso para ti mismo, pero nunca lo sabrás porque estuve allí para evitarlo.


He recogido cuerpos destrozados en las carreteras pero también te he ayudado a cambiar la rueda pinchada de tu carro. He estado en más peleas de las que puedo contar y en más catástrofes de las que hubiera deseado. Las llamas de un incendio han casi quemado mi piel y la sangre de una víctima, incluso de un compañero, han manchado mi uniforme a veces.



He visto casi cada tipo de muerte que pueda existir. Debido a mis servicios, casi he muerto en varias ocasiones y he perdido amigos y colegas. He caminado ese largo paseo hasta la puerta para decirle a una madre, padre, esposa, hijo o familiar que su ser amado nunca volverá a casa.

He aguantado la agonía verbal e incluso las amenazas de esa pobre gente que no puede aguantar su dolor y lo proyecta contra la primera persona que puede, el mensajero de la noticia, yo.

He visto el maltrato y la violencia entre personas que un día se prometieron amor, entre padres e hijos, entre hermanos y entre amigos. He visto los actos más crueles y mezquinos del ser humano. He visto la enfermedad y la vejez, he ayudado a levantarse al caído y he socorrido al enfermo.

Si fallo en mi trabajo, o aún sin fallar, puedo ser fácilmente denunciado ante una justicia que no me ampara, poniendo en riesgo mi trabajo, mi familia y mi propia vida. Puedo incluso perder mi libertad, por una mala situación que puede requerir una decisión en pocos segundos que a un Juez le llevará años tomar.

He visto los ojos de un padre cuando la droga se ha llevado a su hijo.
He visto crímenes con los que nunca soñarías y nunca verás en series ni películas de televisión.

Puede que muchas personas se hayan molestado por haberles pedido la documentación alguna vez mientras les indicaba que sacara las manos de los bolsillos. O tal vez molesté a alguien al haberle sacado de su carro en plena noche mientras le indicaba que mantuviera las manos a la vista. Incluso haberle pedido que extendiera los brazos y haberle cacheado, todo ello sin motivo aparente.

Pero muchas personas han sido apuñaladas en un descuido por no cachear a un ciudadano aparentemente normal, otros han visto como un compañero caía al suelo de un tiro en la cabeza por no tomar medidas de seguridad, otras personas les ha tocado ir a visitar a un compañero que se ha quedado invalido al atropellarle un conductor que se dio a la fuga simplemente porque estaba ebrio.

He escuchado de amigos y familiares como “la Policía no hace nada”, de cómo por la mala conducta de unos malos compañeros, se generaliza que todos “nos quedamos con droga” o “pedimos mordida” o que tal vez “maltratamos y torturamos a los detenidos” o como “llegamos tarde a propósito”…

He visto a mi esposa escatimar y arañar intentando sacar adelante a tres niños con mi sueldo. He visto a mis hijos aguantarse cuando se dieron cuenta de que no podía ir a sus actos escolares porque “Papá no tiene un horario normal”.


He visto también a mis hijos llevar una carga que no deberían haber llevado, cuando uno de sus compañeros o amigos ha dicho que “Todos los policías son unos hijos de p… y deberían estar muertos”

He trabajado noches, fines de semana y vacaciones, noche buena, navidad y hasta el día que tuve mi primer hijo, mientras tu estabas cómodo y seguro en tu casa con tu familia. Mi familia completa caminó sin mí demasiado tiempo… demasiado tiempo…

He visto las caras de niños que estaban perdidos y que mis colegas y yo tuvimos el privilegio de devolverles a los brazos de su desesperada madre. He visto hemorragias que he sido capaz de parar, corazones a los que he sido capaz de dar una segunda oportunidad para volver a empezar y a las víctimas del crimen que mis camaradas y yo hemos sido capaces de proteger.

Tengo grabadas en mi mente las caras de las personas cuyas vidas mis compañeros y yo salvamos.
Sí, tengo historias de éxito… y de fallos.

Tengo noches en las que no puedo dormir, simplemente porque veo las caras de los que no pude ayudar, porque no llegué a tiempo o simplemente porque pienso en un “y sí…” para cada caso en que fracasé.

Y si usted nunca ve una milésima parte de esto, o simplemente se burla, es porque estoy haciendo mi trabajo.

Si cometo el más mínimo fallo lo pagaré dos veces y aún así me pondré mi uniforme, mi arma y saldré de nuevo.

Porque es lo que los profesionales hacen, porque YO ESTOY COMPROMETIDO CON MI MISIÓN