31 de diciembre de 2014

La vuelta de página en la vida de hombres que decidieron ser militares


A manera de una "vieja historia de vida" fue el discurso de despedida del Coronel Marco Tulio Diaz Santos, en representación de la promoción 96-97 de la Escuela Politécnica, quienes cumplieron 33 años de servicio en el Ejército de Guatemala.

A continuación se reproduce el mensaje completo, que contiene historia, sentimiento y la evidencia de una profunda vocación de servicio de este grupo de ciudadanos, hombres de armas que se integran a la vida civil.

¡ESTE ES EL DÍA QUE HIZO EL SEÑOR, ME GOZARÉ Y ME ALEGRARÉ EN EL! 
SALMO 118:24 

Quiero agradecer públicamente a mis compañeros de armas que ostentan el grado de General, haberme permitido disertar este mensaje más que de despedida por el tiempo de servicio cumplido, un mensaje de agradecimiento a Dios, a nuestras familias especialmente a nuestros padres, esposas e hijos, al Ejército y finalmente a nuestra querida Patria Guatemala, que nos dio la oportunidad de formarnos para servirle a través de la carrera militar.  

Coronel Marco Tulio Diaz

La Santa Biblia advierte cuando refiere en el libro de Eclesiastés 7:10: 
“Nunca digas: ¿Cuál es la causa de que los tiempos pasados fueron mejores que estos? Porque nunca de esto preguntarás con sabiduría.

Ha llegado el tiempo de la despedida; el tiempo de descansar, el momento de sacudir los fantasmas provenientes de la tragedia de la batalla, la alegría de la victoria, el recuerdo de los diferentes cuadros de vida de cada uno de sus actores, el sonido acallado de los fusiles, los rostros de los amigos que hoy se encuentran ausentes y aquellos recuerdos que aunque apartados, siguen presentes en nuestra memoria para cuando encontremos a alguien que desee escuchar o leer nuestras viejas historias de vida.
  
Ha llegado el momento de partir; 33 años de carrera militar profesional es suficiente tiempo para encontrar al final del recorrido, una conclusión clara y contundente:  

La Misericordia de Dios ¡SIEMPRE! estuvo con nosotros y poder decir sin temor a equivocarnos: ¡DIOS HA SIDO BUENO!

 Coronel Edgar Mazariegos, Coronel Marco Antonio Letona, Coronel Rigoberto Herrera, Coronel Fredy González, Coronel Mynor López, Coronel Marco Tulio Díaz, General Carlos Enríquez, General Pedro Robles y General Aman Valdez.    

Unos, ingresamos a la Gloriosa y Centenaria Escuela Politécnica, el 03 de julio de 1978 y otros lo hicimos el 03 de enero de 1979. Pero nuestra historia iniciaría el 03 de julio de 1981, cuando por disposiciones del Alto Mando del Ejército, y considerando supongo, la situación del enfrentamiento armado interno que se vivía en nuestro país, se ordenó la unificación de nuestras promociones para concretar la graduación de sesenta y un nuevos Subtenientes de Infantería, aquella soleada mañana del 19 de diciembre de 1981.
   
Hemos sido participantes activos de la evolución política, social, económica, militar y tecnológica de nuestro país; estuvimos allí, cuando a los pocos meses de graduados, el golpe de Estado del 23 de marzo de 1982, cambiaba el futuro no solamente del enfrentamiento armado interno sino de todo el país.

¿Bueno o malo? Esto es tema de conversación, para otro momento.

Un año después; el 08 de agosto de 1983, nuevamente otro golpe de Estado nos daba una lección de vida en cuanto a lo efímero del poder y la autoridad terrenal.  

Lo cierto es que para ese entonces; con apenas un año y ocho meses de graduación; los subtenientes de infantería Erick Rodrigo Del Águila Castillo, Lester Motta Franco, Sergio Ramiro Yaquián Quezada, Juan Carlos Segura Mendizábal, José María Milián Ortiz y José Raúl Alonzo Guerra, habían partido hacia el infinito luego de ofrendar su vida en aras de la defensa de la nación, como su patria Guatemala se los había requerido desde su formación en esta Alma Mater Castrense como oficiales del Ejército.  

Con apenas 19 y 20 años de edad; partieron a la eternidad sin haber tenido la oportunidad de dejar descendencia que los recordara, únicamente permanecer en el corazón de sus padres y de aquellos que los conocimos.

Ministro de la Defensa Nacional impone "botón del deber cumplido" al General Amán Valdez 
en presencia de su señora madre
   
Los enfrentamientos armados se sucedían uno tras otro en diferentes partes del territorio nacional y aquellos que éramos jóvenes en ambos bandos nos buscábamos para defender lo que creíamos correcto en nuestros ideales. 

Aun con esta situación; el estamento constituyente propiciaba el retorno a la normalidad política y así, el 03 de noviembre de 1985 estuvimos presentes en aquellas elecciones nacionales que trajeron esperanza a todos los guatemaltecos, de una mejor forma de vida y porque no decirlo, también de aquellos que combatíamos.

Esperábamos que este cambio en el orden político y social, trajera paz a nuestro país porque una de las principales banderas del bando contrario había desaparecido, ya que a partir del 03 de Enero de 1986, un gobierno democráticamente electo tomaría las riendas del país.
 
Pero no fue así; pese al cambio en el ordenamiento político y que el tiempo de la “Concertación Social” había llegado, hubo que seguir peleando, la diferencia es que para ese momento, detrás de cada uno de nosotros había ya, esposas e hijos que esperaban nuestro retorno luego de cada periodo de misión, y por los cuales, había una razón más para cumplirle a Guatemala y retornar al hogar.
   
Es acá, cuando se abre el espacio de una nueva esperanza de paz para la población que sufría los embates del enfrentamiento armado: Esquipulas I y II que marcaron el derrotero hacia el ansiado cambio en la calidad de vida de los guatemaltecos.    

Pero en tanto esto llega; el Teniente de Infantería Hugo Leonel Orozco Godínez fallece en un lamentable accidente y los Capitanes  De Infantería Fernando Augusto Santizo Estrada y Elder Leonel Andrade Barrios ofrendan su vida al caer abatidos por las balas de un enemigo armado decidido a irrespetar el ordenamiento democrático establecido popularmente.
 
Tres padres, tres madres y tres esposas, madres de siete hijos que, juntamente con ellos, recuerdan y lloran hasta la fecha, la abrupta partida de estos hombres que en cumplimiento de su deber, realizaron el máximo sacrificio de un soldado: la entrega de su vida.       

Una vez más; el 25 de mayo de 1993 fuimos observadores de un nuevo rompimiento del ordenamiento constitucional aduciendo diferentes razones, la inmediata respuesta de todos los sectores sociales exigiendo su inmediato restablecimiento y el retorno a la normalidad a través de los procesos establecidos en la normativa legal guatemalteca. Como miembros del Ejército de Guatemala, fuimos garantes del cumplimiento de la ley nacional.   

Tres años más adelante y con ello, dos periodos presidenciales, fueron necesarios para alcanzar el ansiado cese al fuego de un enfrentamiento armado en el cual,  los enemigos armados del Estado, habían sido vencidos militarmente.   

Como soldados, ese es nuestro orgullo ¡y nadie nos lo puede quitar, pues está en nuestro interior!  

General Ismar Méndez y Señora de Méndez

La República de Guatemala, nuestro país, había sido defendida y preservada de las amenazas de ese momento aún a costa de la máxima ofrenda: las vidas de nueve de nuestros amigos y compañeros de armas.
  
Los Acuerdos de Paz Firme y Duradera firmados el 29 de Diciembre de 1996, permitieron al país contar con un cese inequívoco de las acciones armadas y con ello, un camino para que la estrategia nacional de Desarrollo pudiese llegar hasta los parajes más recónditos que en ese momento, eran conocidos únicamente por aquellos que libramos el enfrentamiento armado.    

Innegable; en estos 18 años hemos acompañado a Guatemala en su proceso de desarrollo;  se abrieron carreteras y caminos vecinales en lugares antes impensables; el progreso llegó hacia donde antes era soledad y abandono.  

Los servidores y funcionarios públicos retornaron a sus labores en aquellas comunidades donde habían tenido que abandonar sus cargos y otros aprovecharon ingresar a la burocracia estatal y en la misma iniciativa privada, con la apertura de oportunidades laborales y comerciales en distintos lugares del país. 

En todo esto; estuvimos presentes a través de nuestro aporte personal al planificar y ejecutar la seguridad necesaria en las diferentes comunidades del país para que el progreso y desarrollo llegaran.

   General Carlos Enriquez y Señora de Enriquez

La democracia ha estado presente y prueba de ello, es que hemos estado en los periodos presidenciales popularmente electos, apoyando cada uno de los planes de gobierno, indistintamente, de la procedencia social, política o económica del gobernante de turno. Esto constituye, una prueba fehaciente e inequívoca de la subordinación de la función de las Fuerzas Armadas al Poder Civil     

Con esto; debimos sufrir los embates de aquella famosa cita:  
“En tiempo de guerra o peligro, todos rezan a Dios y se escudan tras el soldado… pero en tiempos de paz, todos se olvidan de Dios y vituperan al soldado”
 
Difícil lección de vida para aquellos que dimos nuestra juventud en aras de la libertad de la nación,  pero ante esto, debimos recordar que fuimos enseñados a cumplir con nuestro deber sin esperar que alguien nos diera las gracias por ello. 

Sin embargo; nuevas amenazas surgieron y ha sido preciso, la planificación, ejecución y supervisión de nuevas estrategias y tácticas para enfrentarlas; esto nos llevó a olvidar nuestros descansos para preparar desde las Comandancias, Jefaturas y Direcciones a nuestro cargo, una vez más, la defensa del suelo Patrio.  

En este contexto de defensa y apoyo a la seguridad interior de nuestro país; el 20 de Agosto del presente año, fallece en el cumplimiento de su deber, el General de Brigada Braulio René Mayén García, cuando se encontraba realizando tareas de supervisión en el área que le había sido asignada.  

Una vez más; el dolor, lágrimas y luto de un padre, una madre y de una esposa con sus tres hijos se hicieron presentes en nuestros ámbitos familiares y laborales recordándonos con exacta y dolorosa precisión, el máximo sacrificio de nuestra tarea como soldados al servicio de nuestra nación. 

Seguimos tal y como nuestra carrera militar nos lo pedía, incluso estuvimos dispuestos a sacrificar la convivencia con nuestros seres queridos, esposas e hijos que han soportado largas jornadas de soledad, tristeza y que aprendieron a vivir en un ambiente muy alejado de lo que la sociedad llama: Un hogar normal.
 
A ellas, nuestras esposas; hoy aprovecho, en nombre de mis amigos y compañeros de armas, para agradecerles  públicamente y de forma  infinita, ese apoyo y más aún, ese amor que las llevo a no abandonarnos aún en los momentos más difíciles de la vida que nos tocó llevar; y por qué no, porque les llevamos  a ese sacrificio sin ---  posiblemente --- haberles consultado.
Para todas ustedes: ¡Les pido que nos perdonen y reciban infinitas gracias por acompañarnos en este sacrificio de vida! 

  General Douglas González y Señora de González

Para nuestros hijos e hijas; igualmente quiero expresarles nuestro reconocimiento por haber enfrentado esos tiempos de soledad con valentía aunque para ello, hayan sido forzados por la vida a madurar rápidamente y en algunos casos, tomar decisiones juntamente con sus madres, en ausencia de nosotros. 

No logramos hacer todo lo que queríamos, ni llegar a donde tal vez algunos deseamos, pero nunca,  desde el puesto que ocupamos, dejamos de hacer lo mejor por Guatemala.  

Ello nos permite dejar con suma satisfacción, un Ejército mejor que el que recibimos, pues creo firmemente que superamos a nuestros antecesores como también estamos seguros que seremos superados por quienes continúan por un tiempo más.  

Esta es nuestra confianza pues ello, hace mejor a la institución.

Este solemne acto nos permite entregar a las nuevas generaciones representadas en la formación del Batallón de honores, un legado de honor y valentía, que es parte de lo que constituye la mística militar del soldado guatemalteco. 

Quiero en nombre de todos los que hoy nos retiramos, expresar estos agradecimientos: 

A los cadetes y alumnos que hoy están en formación pues acudieron al llamado pese a encontrarse de vacaciones. ¡Jóvenes, así es la vida militar! Estar siempre dispuestos al llamado y al servicio en el momento que sea necesario. 

A los especialistas, aerotécnicos y marinería; elementos de continuidad en el quehacer de la Fuerza Permanente siempre en movimiento sin  importar la rotación del Cuerpo de Oficiales. 

Al personal de tropa, pues en su entrega descansa el día a día de nuestra Institución Armada. Son ellos, quienes en todo momento están disponibles el fiel y exacto cumplimiento de las diferentes misiones en cualquier punto del territorio nacional y aún, fuera de nuestras fronteras, sin importarles el horario y condiciones meteorológicas prevalecientes. 

Al Cuerpo de Oficiales en las diferentes jerarquías, pues serán quienes sostengan la eficiencia y eficacia alcanzada por esta noble institución.  

Al Mando del Ejército, por este acto de despedida. 

Ha llegado el momento de decir un feliz adiós, llevando la consigna de estar prestos al llamado de Guatemala, tal y como reza la estrofa de nuestro querido Himno: “Al llamar los clarines de guerra,  defender nuestra patria querida”.  

Finalmente, solamente me resta decir: 
A Guatemala: ¡Misión Cumplida!  

Y a todos ustedes presentes: ¡Muchas Gracias!