23 de julio de 2019

Comentario al libro "Triunviratos", de Roberto Ardón


El libro relata la historia de las juntas de gobierno en Guatemala desde 1944. En no pocos documentos y libros se encuentra descrito sobre la historia guatemalteca antes de 1986 como "período de gobiernos militares". Algunos protagonistas en efecto lo fueron, pero se abre la discusión cuando por ejemplo Ortega Gaytán define un gobierno militar como aquel que todo el gabinete lo conforman militares. Si tal concepto se acepta resulta que sólo el gobierno del Coronel Enrique Peralta Azurdia de 1963, fue efectivamente un gobierno militar. El resto de gobiernos fueron encabezados por un militar, muchas veces en retiro o de baja, y un gabinete preponderantemente civil.

La obra de Roberto Ardón nos trae el relato de hechos precisamente de esos períodos de la historia donde una junta de gobierno asumió el poder. Narra a detalle los eventos, espacios de tiempo, las personas y sus circunstancias, que de manera extraordinaria les tocó organizarse en grupo para enfrentar una crisis nacional. De cómo la lógica aplicada, por veces ilógica, que se empleó para distribuir el poder entre la junta y reflejado en la toma de decisiones, se alcanzó luego de buscar siempre el equilibrio, el reconocimiento y la legitimación en el espacio y tiempo del momento en que se dieron.

El relato es equilibrado en cuanto a no tomar sesgo ideológico, dedicándose a narrar los hechos y alternándolos con análisis propio y conjeturas objetivas, muy acertadas, por cierto. El análisis se basa en que fue más allá de las fuentes tradicionales o ya conocidas, buscando a los actores mismos o sus familiares. Esto sin duda representó un gran esfuerzo pues todo se condensa en este libro.

Aporta datos de mucho interés como las circunstancias específicas del ordenamiento constitucional de cada época descrita y de cómo este aspecto influyó en la sucesión de acontecimientos. El lector podrá inferir  porque la obra no lo deja claro  que, al referirse a importantes actores de la historia, por tradición se les identifica como militares y por ende portadores de la inherente institucionalidad militar, pero que realmente para ese momento estaban en retiro, de baja u otra figura. como Ubico, Arbenz, Castillo Armas, Ydigoras, Ríos Montt. Igual todos portaron el uniforme al ostentar el poder, y quién habría podido impedirlo, pero esto ha influido a que se llame a esta época período de gobiernos militares. Un militar nunca pierde su grado, a menos que se le retiren por decreto, de hecho, cada treinta de junio y sólo ese día, los militares en retiro tienen autorizado portar el uniforme de nuevo. Pero la condición de inactivo le devuelve a todo militar la potestad de ejercer derechos ciudadanos que voluntariamente elige no ejercer si está en servicio activo, y esto fue lo que pasó en muchos casos descritos en la obra.

Una jerarquía militar se basa por ley en los principios de disciplina y obediencia. Es duro para cualquier militar concluir que estos hechos de la historia – al igual que en otros países donde se dieron sucesos parecidos – socavaron los valores militares que se forman desde la academia militar. Haya habido o no razones justificadas por diferentes esferas de análisis, la mayoría de veces se dieron incidentes que socavaron la disciplina.

Al leer el libro y hacer una correlación de tiempos y personas es fácil deducir, que por ejemplo en la década de los 1940, militares de alta gradación actuaron en los hechos relatados, pero había tenientes observando. En los 1960, los tenientes eran ya comandantes y actuaron en otra crisis; y los tenientes observaban. Estos últimos eran comandantes en los 1980 y los tenientes actuaron. La cadena se rompió en los 2000 ¿Qué sucedió? ¿Qué cambios ha habido en las mentalidades militares? No socavaron la disciplina, pero ¿Presentaron otras debilidades que tengan que ver con ética y moral?

Las diferentes conspiraciones estaban justificadas para los implicados según sus ideales. El libro relata los nombres del grupo de militares de alta y de baja asociados con civiles en 1944; un oficial con el rango de Mayor, conspirador, hijo del Jefe del Estado Mayor, y que al final el padre le resulta entregando el cargo al hijo. Un teniente Castillo Armas abriendo fuego contra tropas conspiradoras y quien 20 años después encabezaría una fuerza armada que depondría al régimen vigente. Fue necesario un consejo superior de la defensa para despolitizar al ejército y se movilizó una guardia cívica (aparte del ejército).

Se describe en la obra el hecho que más de 60 generales fueron enviados al exilio, uno de ellos asumió en 1958 la presidencia de la República y reincorporó – según las memorias del General Pablo Nuila Hub en su libro Hitos de la Historia Patria  al servicio activo a varios de sus antiguos camaradas nombrándolos como comandantes en varias brigadas militares, pese a llevar catorce años en retiro. Esto fue parte del descontento de los oficiales y que contribuyó a desencadenar el movimiento militar de noviembre de 1960.

El capítulo 4 se titula "sillas musicales", para describir a manera de sátira el juego de cambios de poder en las sillas de mando que protagonizaron cuatro juntas, entre ellas una pentarquía y siete triunviratos en sesenta y tres días de 1954; incluye una junta que tardó sólo 17 horas o puede verse también como se conformaron cuatro gobiernos en cuarenta y ocho horas. No puede resistirse la tentación de ir a buscar los nombres de todos estos protagonistas para buscar la promoción de la Escuela Politécnica a que pertenecieron en la obra "Cadetes de ayer, hoy y siempre" (Grupo Colibrí Latingraf, 3a edición, noviembre 2018) y verificar las antigüedades y juzgar las actitudes para justificarlas o no, según los hechos que se van narrando. La mayoría de ellos puede encontrarse a partir de la promoción 36 del año 1938 y anteriores. Los protagonistas de los hechos de 1954 ya habían visto como oficiales o cadetes nóveles, los hechos de 1944.

Cadetes de ayer hoy y siempre, es una publicación de la Escuela Politécnica que
contiene los nombres y número de antigüedad de los cadetes de todos los tiempos.

En otro episodio narrado en octubre de 1957 estuvo marcado, a criterio del autor, "por el azar, la improvisación y el entusiasmo del momento". Una junta de gobierno se disponía a tomar posesión luego del asesinato del Presidente Castillo Armas. "Un teniente muy activo" propuso que "para dar mayor legitimidad a la junta se proceda a votar a quiénes deben integrarla". El teniente era Efraín Rios Montt. "La sorpresa fue que ninguno de los oficiales del alto mando que originalmente integraría aquella junta resultó electo".

Finalmente, esta obra narra los sucesos del golpe de estado de 1982. Es el más detallado de los relatos, con nombres y episodios precisos, narrados por los protagonistas. Se presenta con claridad a los actores políticos y los militares. Roberto Ardón presenta sus interesantes conclusiones para la historia y para el análisis de la ciencia política. Pero también tiene mucha información esta obra para el análisis del fundamentalismo militar a lo largo de la historia, los factores que lo amenazan y la interrupción de una casi tradición heredada y generacional de revelarse cada veinte años. Y es que a partir de los 1980, esa recurrencia cambió. Veinte años después (los años 2000) y hasta hoy, el ejército no ha intervenido para romper el orden constitucional. Pero se registraron otro tipo de actitudes desde los 1990, en todos los escalones jerárquicos, de las cuales aún no se escribe, pero de las que hay mucho que decir a la luz de lo que se defiende como el fundamentalismo militar.

Se debe mencionar que la narración del libro está en una prosa elegante, amena y creativa. La afición del autor a las artes y la cultura le permitió incluir frases muy actuales de su propio estilo en medio del relato histórico, dándole una amenidad singular a la lectura. Oraciones gramaticales bien hilvanadas con frases como: marea política irresistible, a tambor batiente, tocaba mover pieza, discurso inflamado y altisonante, el ADN de la composición de la junta, el último clavo en el ataúd, se llevó la explicación a la tumba, gestos pintorescos, ribetes tragicómicos de nuestra historia. Entre otras.

La educación y la profesionalización, son dos caminos muy apropiados para seguir forjando en las actuales generaciones militares, los principios originales, los fundamentos y valores que se han heredado desde la antigüedad y que florecen en los militares guatemaltecos desde 1873. Ningún esfuerzo en favor de la educación militar será en vano y el final beneficiario será el Estado de Guatemala. La mentalidad militar generacional ha cambiado y continúa evolucionando a la luz de los tiempos actuales, en que la legalidad y el respeto al Estado de Derecho es tomado con más consideración que antes, a juzgar por las acciones que se tomaron en los relatos históricos de esta magnífica obra, mismas que se dieron pese a estar vigentes preceptos constitucionales.


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