La vuelta de página en la vida de hombres que decidieron ser militares
A manera de una "vieja historia de vida" fue el discurso de despedida del Coronel Marco Tulio Diaz Santos, en representación de la promoción 96-97 de la Escuela Politécnica, quienes cumplieron 33 años de servicio en el Ejército de Guatemala.
A continuación se reproduce el mensaje completo, que contiene historia, sentimiento y la evidencia de una profunda vocación de servicio de este grupo de ciudadanos, hombres de armas que se integran a la vida civil.
¡ESTE
ES EL DÍA QUE HIZO EL SEÑOR, ME GOZARÉ Y ME ALEGRARÉ EN EL!
SALMO
118:24
Quiero
agradecer públicamente a mis compañeros de armas que ostentan el grado de
General, haberme permitido disertar este mensaje más que de despedida por el
tiempo de servicio cumplido, un mensaje de agradecimiento a Dios, a nuestras
familias especialmente a nuestros padres, esposas e hijos, al Ejército y
finalmente a nuestra querida Patria Guatemala, que nos dio la oportunidad de
formarnos para servirle a través de la carrera militar.
Coronel Marco Tulio Diaz
La
Santa Biblia advierte cuando refiere en el libro de Eclesiastés 7:10:
“Nunca digas:
¿Cuál es la causa de que los tiempos pasados fueron mejores que estos? Porque
nunca de esto preguntarás con sabiduría.
Ha
llegado el tiempo de la despedida; el tiempo de descansar, el momento de
sacudir los fantasmas provenientes de la tragedia de la batalla, la alegría de
la victoria, el recuerdo de los diferentes cuadros de vida de cada uno de sus
actores, el sonido acallado de los fusiles, los rostros de los amigos que hoy
se encuentran ausentes y aquellos recuerdos que aunque apartados, siguen
presentes en nuestra memoria para cuando encontremos a alguien que desee
escuchar o leer nuestras viejas historias de vida.
Ha
llegado el momento de partir; 33 años de carrera militar profesional es
suficiente tiempo para encontrar al final del recorrido, una conclusión clara y
contundente:
La
Misericordia de Dios ¡SIEMPRE! estuvo con nosotros y poder decir sin temor a
equivocarnos: ¡DIOS HA SIDO BUENO!
Coronel Edgar Mazariegos, Coronel Marco Antonio Letona, Coronel Rigoberto Herrera, Coronel Fredy González, Coronel Mynor López, Coronel Marco Tulio Díaz, General Carlos
Enríquez, General Pedro Robles y General Aman Valdez.
Unos,
ingresamos a la Gloriosa y Centenaria Escuela Politécnica, el 03 de julio de
1978 y otros lo hicimos el 03 de enero de 1979. Pero nuestra historia iniciaría
el 03 de julio de 1981, cuando por disposiciones del Alto Mando del Ejército, y
considerando supongo, la situación del enfrentamiento armado interno que se
vivía en nuestro país, se ordenó la unificación de nuestras promociones para
concretar la graduación de sesenta y un nuevos Subtenientes de Infantería,
aquella soleada mañana del 19 de diciembre de 1981.
Hemos
sido participantes activos de la evolución política, social, económica, militar
y tecnológica de nuestro país; estuvimos allí, cuando a los pocos meses de
graduados, el golpe de Estado del 23 de marzo de 1982, cambiaba el futuro no
solamente del enfrentamiento armado interno sino de todo el país.
¿Bueno
o malo? Esto es tema de conversación, para otro momento.
Un año
después; el 08 de agosto de 1983, nuevamente otro golpe de Estado nos daba una
lección de vida en cuanto a lo efímero del poder y la autoridad terrenal.
Lo
cierto es que para ese entonces; con apenas un año y ocho meses de graduación;
los subtenientes de infantería Erick Rodrigo Del Águila Castillo, Lester Motta
Franco, Sergio Ramiro Yaquián Quezada, Juan Carlos Segura Mendizábal, José
María Milián Ortiz y José Raúl Alonzo Guerra, habían partido hacia el infinito
luego de ofrendar su vida en aras de la defensa de la nación, como su patria
Guatemala se los había requerido desde su formación en esta Alma Mater
Castrense como oficiales del Ejército.
Con
apenas 19 y 20 años de edad; partieron a la eternidad sin haber tenido la
oportunidad de dejar descendencia que los recordara, únicamente permanecer en
el corazón de sus padres y de aquellos que los conocimos.
Ministro de la Defensa Nacional impone "botón del deber cumplido" al General Amán Valdez
en presencia de su señora madre
Los
enfrentamientos armados se sucedían uno tras otro en diferentes partes del
territorio nacional y aquellos que éramos jóvenes en ambos bandos nos
buscábamos para defender lo que creíamos correcto en nuestros ideales.
Aun con
esta situación; el estamento constituyente propiciaba el retorno a la
normalidad política y así, el 03 de noviembre de 1985 estuvimos presentes en
aquellas elecciones nacionales que trajeron esperanza a todos los guatemaltecos,
de una mejor forma de vida y porque no decirlo, también de aquellos que
combatíamos.
Esperábamos
que este cambio en el orden político y social, trajera paz a nuestro país
porque una de las principales banderas del bando contrario había desaparecido,
ya que a partir del 03 de Enero de 1986, un gobierno democráticamente electo
tomaría las riendas del país.
Pero no
fue así; pese al cambio en el ordenamiento político y que el tiempo de la
“Concertación Social” había llegado, hubo que seguir peleando, la diferencia es
que para ese momento, detrás de cada uno de nosotros había ya, esposas e hijos
que esperaban nuestro retorno luego de cada periodo de misión, y por los
cuales, había una razón más para cumplirle a Guatemala y retornar al hogar.
Es acá,
cuando se abre el espacio de una nueva esperanza de paz para la población que
sufría los embates del enfrentamiento armado: Esquipulas I y II que marcaron el
derrotero hacia el ansiado cambio en la calidad de vida de los
guatemaltecos.
Pero en
tanto esto llega; el Teniente de Infantería Hugo Leonel Orozco Godínez fallece
en un lamentable accidente y los Capitanes De Infantería Fernando Augusto Santizo Estrada
y Elder Leonel Andrade Barrios ofrendan su vida al caer abatidos por las balas
de un enemigo armado decidido a irrespetar el ordenamiento democrático
establecido popularmente.
Tres
padres, tres madres y tres esposas, madres de siete hijos que, juntamente con
ellos, recuerdan y lloran hasta la fecha, la abrupta partida de estos hombres
que en cumplimiento de su deber, realizaron el máximo sacrificio de un soldado:
la entrega de su vida.
Una vez
más; el 25 de mayo de 1993 fuimos observadores de un nuevo rompimiento del
ordenamiento constitucional aduciendo diferentes razones, la inmediata
respuesta de todos los sectores sociales exigiendo su inmediato
restablecimiento y el retorno a la normalidad a través de los procesos
establecidos en la normativa legal guatemalteca. Como miembros del Ejército de
Guatemala, fuimos garantes del cumplimiento de la ley nacional.
Tres
años más adelante y con ello, dos periodos presidenciales, fueron necesarios
para alcanzar el ansiado cese al fuego de un enfrentamiento armado en el
cual, los enemigos armados del Estado,
habían sido vencidos militarmente.
Como
soldados, ese es nuestro orgullo ¡y nadie nos lo puede quitar, pues está en
nuestro interior!
General Ismar Méndez y Señora de Méndez
La
República de Guatemala, nuestro país, había sido defendida y preservada de las
amenazas de ese momento aún a costa de la máxima ofrenda: las vidas de nueve de
nuestros amigos y compañeros de armas.
Los
Acuerdos de Paz Firme y Duradera firmados el 29 de Diciembre de 1996,
permitieron al país contar con un cese inequívoco de las acciones armadas y con
ello, un camino para que la estrategia nacional de Desarrollo pudiese llegar
hasta los parajes más recónditos que en ese momento, eran conocidos únicamente
por aquellos que libramos el enfrentamiento armado.
Innegable;
en estos 18 años hemos acompañado a Guatemala en su proceso de desarrollo; se abrieron carreteras y caminos vecinales en
lugares antes impensables; el progreso llegó hacia donde antes era soledad y
abandono.
Los
servidores y funcionarios públicos retornaron a sus labores en aquellas comunidades
donde habían tenido que abandonar sus cargos y otros aprovecharon ingresar a la
burocracia estatal y en la misma iniciativa privada, con la apertura de
oportunidades laborales y comerciales en distintos lugares del país.
En todo
esto; estuvimos presentes a través de nuestro aporte personal al planificar y
ejecutar la seguridad necesaria en las diferentes comunidades del país para que
el progreso y desarrollo llegaran.
General Carlos Enriquez y Señora de Enriquez
La
democracia ha estado presente y prueba de ello, es que hemos estado en los periodos
presidenciales popularmente electos, apoyando cada uno de los planes de
gobierno, indistintamente, de la procedencia social, política o económica del
gobernante de turno. Esto constituye, una prueba fehaciente e inequívoca de la
subordinación de la función de las Fuerzas Armadas al Poder Civil
Con
esto; debimos sufrir los embates de aquella famosa cita:
“En
tiempo de guerra o peligro, todos rezan a Dios y se escudan tras el soldado…
pero en tiempos de paz, todos se olvidan de Dios y vituperan al soldado”
Difícil
lección de vida para aquellos que dimos nuestra juventud en aras de la libertad
de la nación, pero ante esto, debimos
recordar que fuimos enseñados a cumplir con nuestro deber sin esperar que
alguien nos diera las gracias por ello.
Sin
embargo; nuevas amenazas surgieron y ha sido preciso, la planificación,
ejecución y supervisión de nuevas estrategias y tácticas para enfrentarlas;
esto nos llevó a olvidar nuestros descansos para preparar desde las
Comandancias, Jefaturas y Direcciones a nuestro cargo, una vez más, la defensa
del suelo Patrio.
En este
contexto de defensa y apoyo a la seguridad interior de nuestro país; el 20 de
Agosto del presente año, fallece en el cumplimiento de su deber, el General de
Brigada Braulio René Mayén García, cuando se encontraba realizando tareas de
supervisión en el área que le había sido asignada.
Una vez
más; el dolor, lágrimas y luto de un padre, una madre y de una esposa con sus
tres hijos se hicieron presentes en nuestros ámbitos familiares y laborales
recordándonos con exacta y dolorosa precisión, el máximo sacrificio de nuestra
tarea como soldados al servicio de nuestra nación.
Seguimos
tal y como nuestra carrera militar nos lo pedía, incluso estuvimos dispuestos a
sacrificar la convivencia con nuestros seres queridos, esposas e hijos que han
soportado largas jornadas de soledad, tristeza y que aprendieron a vivir en un
ambiente muy alejado de lo que la sociedad llama: Un hogar normal.
A
ellas, nuestras esposas; hoy aprovecho, en nombre de mis amigos y compañeros de
armas, para agradecerles públicamente y
de forma infinita, ese apoyo y más aún,
ese amor que las llevo a no abandonarnos aún en los momentos más difíciles de
la vida que nos tocó llevar; y por qué no, porque les llevamos a ese sacrificio sin --- posiblemente --- haberles consultado.
Para
todas ustedes: ¡Les pido que nos perdonen y reciban infinitas gracias por
acompañarnos en este sacrificio de vida!
General Douglas González y Señora de González
Para
nuestros hijos e hijas; igualmente quiero expresarles nuestro reconocimiento
por haber enfrentado esos tiempos de soledad con valentía aunque para ello,
hayan sido forzados por la vida a madurar rápidamente y en algunos casos, tomar
decisiones juntamente con sus madres, en ausencia de nosotros.
No
logramos hacer todo lo que queríamos, ni llegar a donde tal vez algunos
deseamos, pero nunca, desde el puesto
que ocupamos, dejamos de hacer lo mejor por Guatemala.
Ello
nos permite dejar con suma satisfacción, un Ejército mejor que el que recibimos,
pues creo firmemente que superamos a nuestros antecesores como también estamos
seguros que seremos superados por quienes continúan por un tiempo más.
Esta es
nuestra confianza pues ello, hace mejor a la institución.
Este
solemne acto nos permite entregar a las nuevas generaciones representadas en la
formación del Batallón de honores, un legado de honor y valentía, que es parte
de lo que constituye la mística militar del soldado guatemalteco.
Quiero
en nombre de todos los que hoy nos retiramos, expresar estos
agradecimientos:
A los
cadetes y alumnos que hoy están en formación pues acudieron al llamado pese a
encontrarse de vacaciones. ¡Jóvenes, así es la vida militar! Estar siempre
dispuestos al llamado y al servicio en el momento que sea necesario.
A los
especialistas, aerotécnicos y marinería; elementos de continuidad en el
quehacer de la Fuerza Permanente siempre en movimiento sin importar la rotación del Cuerpo de
Oficiales.
Al
personal de tropa, pues en su entrega descansa el día a día de nuestra
Institución Armada. Son ellos, quienes en todo momento están disponibles el
fiel y exacto cumplimiento de las diferentes misiones en cualquier punto del
territorio nacional y aún, fuera de nuestras fronteras, sin importarles el
horario y condiciones meteorológicas prevalecientes.
Al
Cuerpo de Oficiales en las diferentes jerarquías, pues serán quienes sostengan
la eficiencia y eficacia alcanzada por esta noble institución.
Al
Mando del Ejército, por este acto de despedida.
Ha
llegado el momento de decir un feliz adiós, llevando la consigna de estar
prestos al llamado de Guatemala, tal y como reza la estrofa de nuestro querido
Himno: “Al llamar los clarines de guerra,
defender nuestra patria querida”.
Finalmente,
solamente me resta decir:
A
Guatemala: ¡Misión Cumplida!
Y a
todos ustedes presentes: ¡Muchas Gracias!
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