Origen de los cambios en los roles institucionales
La “seguridad
interior” puede referirse al actuar en casos de: Insurrección, rebelión o revolución;
cualquier forma que intente romper el orden constitucional (R. Ardón).
Los objetivos políticos de Estado, se
desarrollan a través de estrategias que deben estar alineadas con las fuentes
de financiamiento que hagan posible dichos objetivos. Estas fuentes pueden ser
nacionales o de origen internacional.
En la dinámica para la asignación de
financiamiento para la nación intervienen diferentes actores, cada uno con sus intereses.
Un alineamiento en objetivos estratégicos interinstitucionales, políticos,
civiles, privados, económicos y sociales, producirá fortalecimiento institucional,
seguridad y desarrollo. La no alineación provoca debilitamiento institucional.
Si la dinámica dentro del mismo Estado
tiende a privilegiar instituciones, por encima de otras, para atender intereses
sin el equilibrio adecuado, las consecuencias recaen en la seguridad y
desarrollo del Estado.
El debilitamiento institucional eleva los
riesgos al carecer de las capacidades necesarias para enfrentar amenazas cuya
neutralización o control asegura el desarrollo.
El resultado de la asignación
presupuestaria desequilibrada, a causa de intereses interinstitucionales no
alineados, provoca instituciones fuertes e instituciones débiles.
Los actores internacionales, que a la
larga se benefician de instituciones fuertes del conjunto de Estados en una
región, generan apoyo, prestamos, donaciones, inversiones ayuda etc. Estos
esfuerzos de región – o ayuda – usualmente va acompañada de invitaciones entre
Estados para compartir intereses; de lo contrario no habría relaciones internacionales.
La dinámica de Estados fuertes y débiles marca el tipo de relaciones
internacionales.
Colaborar con los intereses de un Estado
más grande, tendrá en definitiva un impacto en la seguridad y el desarrollo del
Estado que soberanamente accede colaborar. Aceptar la ayuda es una manera de
lograr financiamiento para aumentar capacidades para una institución, donde el
sistema que dirige el impulso presupuestario nacional, no considera a dicha
institución por razones diversas de priorización, incluso ideológicas.
En el caso de instituciones encargadas de
hacer cumplir las leyes de un Estado, o de apoyar para hacer cumplir, si no
tienen un impulso presupuestario para cumplir con su deber, adquirir capacidades
acordes a las amenazas; si no tienen un respaldo legal robusto, que impida que
sus funcionarios vayan a prisión por cumplir con su deber, surge la necesidad
de reordenar los roles, especialmente si al hacerlo, hay actores en el marco de
las relaciones internacionales, que sí están dispuestos a cooperar y fortalecer
instituciones de seguridad para enfrentar las amenazas.
De allí que los cambios en las políticas
de conducción dentro de las instituciones de un Estado, dirigidas por el propio
Estado soberano, tienden a alinearse con intereses comunes de Estados más
grandes, con el objeto de lograr desarrollo y seguridad. Esto – se espera –
aumentará la cooperación para el incremento de capacidades institucionales para
desempeñarse en su propio campo y lograr la consecución del objetivo político.
Los cambios contundentes en roles
institucionales, en la búsqueda de la seguridad y desarrollo para un Estado, no
se debe entonces a cuestiones de intervencionismo, falta de nacionalismo, o
producto de luchas ideológicas internas; se trata, sencillamente, de escoger
alternativas que permitan seguir cumpliendo con el deber, ante la realidad de
que el diálogo interinstitucional interno (nacional), no logra consensos para
fortalecer la institucionalidad del Estado.
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