Mentalidad Militar
La cultura y modo de pensar que caracteriza a una persona, pueblo o generación se le denomina “mentalidad”. En el caso de la mentalidad militar y aplicándolo a los integrantes de una institución – como lo es el Ejército de Guatemala – es recomendable analizarla también en su sustancia; es decir sus actitudes, sus valores, su visión.
Algunas personas en Guatemala siguen – hoy día – identificando a un militar con actitudes de autoritarismo y belicosidad. Otros valoran y juzgan la mentalidad actual en base a la opinión que tienen sobre el papel desempeñado durante el enfrentamiento armado interno que finalizó en Guatemala hace diez años. Ya en períodos posteriores a la firma de la paz se ha descalificado algunas veces por supuestos delitos cometidos por militares – muchos de estos hechos se conocieron en base a rumores – pero que indebidamente se endosan a la conducta individual de todos lo miembros del ejército.
Algunos otros concluyen que la mentalidad militar no es flexible, tolerante, intuitiva ni emotiva. Al margen que si tal criterio es preciso, la función militar bien pudiera dar surgimiento a tales cualidades, pero se trata de una excepción y no de una regla.
Desde la finalización del enfrentamiento armado interno en 1996, el Ejército de Guatemala ha venido desarrollando lo que después de diez años constituye toda una estrategia sin precedentes para la reestructuración, profesionalización y modernización de un ejército en tiempo de paz. Estrategia que sigue vigente, en marcha y perfeccionándose con el paso del tiempo.
La actitud de los militares en este período, llamado por algunos: de post guerra, ha respondido a la estrategia planteada y ha conducido a los integrantes del ejército a desarrollar hábitos distintivos y persistentes de pensamiento: una ética profesional. La práctica de esta nueva mentalidad le ha dado al ejército de Guatemala una perspectiva única que lo ha llevado a racionalizar su papel y su comportamiento. Una nueva “perspectiva militar”.
Por eso los valores y actitudes son parte de la ética profesional militar actual. Desde antes de la firma de la paz, las guías de comando dentro del ejército, claramente han exigido durante la conducción de operaciones, una conducta con apego a la ley vigente, el respeto a los derechos humanos y al estado de derecho. Es difusa la línea de partida de este proceso de cambio de mentalidad. Para algunos cuatro, siete y hasta nueve años atrás desde 1996.
La mentalidad militar actual considera la lealtad y la obediencia como las virtudes militares más altas. Estas son esenciales para que un ejército sea un instrumento eficaz de la política estatal. Este es el espíritu del acuerdo de paz “Fortalecimiento del poder civil y papel del ejército en una sociedad democrática”. El control civil existe cuando hay una subordinación adecuada de una profesión autónoma a los fines de la política.
La política viene de un nivel superior (comandante general, el presidente) y para garantizar la subordinación adecuada la profesión militar debe estar organizada según una jerarquía de obediencia que asegure a su vez, obediencia instantánea y leal de los niveles subordinados. Los oficiales militares, profesionales en su campo, son el instrumento del Estado para asegurar la obediencia de las tropas.
Una mentalidad basada en lealtad y obediencia es base para el desempeño del ejército. Cuando un militar recibe una orden “legal” de un superior, no aduce, no duda, no la sustituye por sus propios puntos de vista, porque la orden tiene un carácter profesional. No tiene ninguna relación con comentarios que califican a un militar como robot, que solo hace lo que se le ordena sin pensar.
La sociedad puede descansar en que un oficial razona el contenido de sus órdenes. La profesión militar capacita al oficial desde los inicios de su carrera para juzgar y aplicar patrones éticos. Es un hombre libre y moralmente responsable de sus acciones.
La mentalidad profesional de los oficiales se consolida en la medida que su lealtad es fiel al ideal militar, al individuo, al ideal del buen soldado, a sus tradiciones militares y al espíritu de cuerpo de su unidad.
¿Por qué los oficiales son el instrumento del estado para asegurar la obediencia de las tropas? Un soldado en Guatemala debe prestar veinticuatro meses de servicio, si lo desea. Difícilmente llegue a desarrollar en este tiempo una motivación o un sentido de responsabilidad profesional como el que se inculca actualmente a los oficiales en los centros de formación y profesionalización militares.
Esta diferencia disminuye con un liderazgo apropiado que transmita a las tropas los ideales y valores que podrán aplicar aún después que completen su tiempo de servicio militar reglamentario.
Por eso, en el caso de los oficiales, sólo si se está motivado por ideales militares las fuerzas armadas serán servidores obedientes del Estado y el control civil estará asegurado.
Por eso, muchos analistas en Guatemala, abogan en favor del apoyo de militares en las fuerzas de seguridad civil para resolver los problemas de seguridad; es por sus actitudes derivadas de una sólida formación. El Ejército de Guatemala se considera eficaz porque posee un cuerpo de oficiales competente que está motivado por ideales más que por metas políticas o ideológicas.
–¡Pero vea el caso de fulano! –, – ¿Y qué me dice de lo que hizo zutano? –. El problema no es simple. Han habido hombres en la historia y en todos los campos profesionales y no profesionales, que rechazan los reclamos privados de la conciencia; el sistema legal está a disposición.
Con todo esto, el militar profesional se adherirá a la ética profesional. El Ejército de Guatemala existe para servir al estado. Los militares no deciden, es el pueblo y los políticos, la opinión pública y el gobierno, los que deciden como emplear sus fuerzas militares.
La ciencia militar es una zona en la cual la competencia especializada adquirida por el entrenamiento y la experiencia profesional es necesaria para la toma de decisiones y la acción.
Esta es una razón que justifica la existencia de una fuerza militar. Por tanto es saludable para un hombre de Estado, considerar al menos, los juicios de los militares profesionales que poseen una mentalidad deseable por la sociedad a la que sirven. Aún cuando esta sociedad no lo reconoce o no lo acepta.
Fuente consultada
Huntington, Samuel P (1995); “El Soldado y el Estado”; Argentina, Grupo Editor Latinoamericano
Algunas personas en Guatemala siguen – hoy día – identificando a un militar con actitudes de autoritarismo y belicosidad. Otros valoran y juzgan la mentalidad actual en base a la opinión que tienen sobre el papel desempeñado durante el enfrentamiento armado interno que finalizó en Guatemala hace diez años. Ya en períodos posteriores a la firma de la paz se ha descalificado algunas veces por supuestos delitos cometidos por militares – muchos de estos hechos se conocieron en base a rumores – pero que indebidamente se endosan a la conducta individual de todos lo miembros del ejército.
Algunos otros concluyen que la mentalidad militar no es flexible, tolerante, intuitiva ni emotiva. Al margen que si tal criterio es preciso, la función militar bien pudiera dar surgimiento a tales cualidades, pero se trata de una excepción y no de una regla.
Desde la finalización del enfrentamiento armado interno en 1996, el Ejército de Guatemala ha venido desarrollando lo que después de diez años constituye toda una estrategia sin precedentes para la reestructuración, profesionalización y modernización de un ejército en tiempo de paz. Estrategia que sigue vigente, en marcha y perfeccionándose con el paso del tiempo.
La actitud de los militares en este período, llamado por algunos: de post guerra, ha respondido a la estrategia planteada y ha conducido a los integrantes del ejército a desarrollar hábitos distintivos y persistentes de pensamiento: una ética profesional. La práctica de esta nueva mentalidad le ha dado al ejército de Guatemala una perspectiva única que lo ha llevado a racionalizar su papel y su comportamiento. Una nueva “perspectiva militar”.
Por eso los valores y actitudes son parte de la ética profesional militar actual. Desde antes de la firma de la paz, las guías de comando dentro del ejército, claramente han exigido durante la conducción de operaciones, una conducta con apego a la ley vigente, el respeto a los derechos humanos y al estado de derecho. Es difusa la línea de partida de este proceso de cambio de mentalidad. Para algunos cuatro, siete y hasta nueve años atrás desde 1996.
La mentalidad militar actual considera la lealtad y la obediencia como las virtudes militares más altas. Estas son esenciales para que un ejército sea un instrumento eficaz de la política estatal. Este es el espíritu del acuerdo de paz “Fortalecimiento del poder civil y papel del ejército en una sociedad democrática”. El control civil existe cuando hay una subordinación adecuada de una profesión autónoma a los fines de la política.
La política viene de un nivel superior (comandante general, el presidente) y para garantizar la subordinación adecuada la profesión militar debe estar organizada según una jerarquía de obediencia que asegure a su vez, obediencia instantánea y leal de los niveles subordinados. Los oficiales militares, profesionales en su campo, son el instrumento del Estado para asegurar la obediencia de las tropas.
Una mentalidad basada en lealtad y obediencia es base para el desempeño del ejército. Cuando un militar recibe una orden “legal” de un superior, no aduce, no duda, no la sustituye por sus propios puntos de vista, porque la orden tiene un carácter profesional. No tiene ninguna relación con comentarios que califican a un militar como robot, que solo hace lo que se le ordena sin pensar.
La sociedad puede descansar en que un oficial razona el contenido de sus órdenes. La profesión militar capacita al oficial desde los inicios de su carrera para juzgar y aplicar patrones éticos. Es un hombre libre y moralmente responsable de sus acciones.
La mentalidad profesional de los oficiales se consolida en la medida que su lealtad es fiel al ideal militar, al individuo, al ideal del buen soldado, a sus tradiciones militares y al espíritu de cuerpo de su unidad.
¿Por qué los oficiales son el instrumento del estado para asegurar la obediencia de las tropas? Un soldado en Guatemala debe prestar veinticuatro meses de servicio, si lo desea. Difícilmente llegue a desarrollar en este tiempo una motivación o un sentido de responsabilidad profesional como el que se inculca actualmente a los oficiales en los centros de formación y profesionalización militares.
Esta diferencia disminuye con un liderazgo apropiado que transmita a las tropas los ideales y valores que podrán aplicar aún después que completen su tiempo de servicio militar reglamentario.
Por eso, en el caso de los oficiales, sólo si se está motivado por ideales militares las fuerzas armadas serán servidores obedientes del Estado y el control civil estará asegurado.
Por eso, muchos analistas en Guatemala, abogan en favor del apoyo de militares en las fuerzas de seguridad civil para resolver los problemas de seguridad; es por sus actitudes derivadas de una sólida formación. El Ejército de Guatemala se considera eficaz porque posee un cuerpo de oficiales competente que está motivado por ideales más que por metas políticas o ideológicas.
–¡Pero vea el caso de fulano! –, – ¿Y qué me dice de lo que hizo zutano? –. El problema no es simple. Han habido hombres en la historia y en todos los campos profesionales y no profesionales, que rechazan los reclamos privados de la conciencia; el sistema legal está a disposición.
Con todo esto, el militar profesional se adherirá a la ética profesional. El Ejército de Guatemala existe para servir al estado. Los militares no deciden, es el pueblo y los políticos, la opinión pública y el gobierno, los que deciden como emplear sus fuerzas militares.
La ciencia militar es una zona en la cual la competencia especializada adquirida por el entrenamiento y la experiencia profesional es necesaria para la toma de decisiones y la acción.
Esta es una razón que justifica la existencia de una fuerza militar. Por tanto es saludable para un hombre de Estado, considerar al menos, los juicios de los militares profesionales que poseen una mentalidad deseable por la sociedad a la que sirven. Aún cuando esta sociedad no lo reconoce o no lo acepta.
Fuente consultada
Huntington, Samuel P (1995); “El Soldado y el Estado”; Argentina, Grupo Editor Latinoamericano
BENDITO EJERCITO DE GUATEMALA. HOY LAS CALLES DE MI PAIS SANGRAN VERDADERA SANGRE DE GENTE INOCENTE. CON AINCO DEFIENDAN EL BENDITO NOMBRE DE EJERCITO DE GUATEMALA Y NO SIGAN PERMITIENDO QUE GENTE INESCRUPULOSA QUIERA MANCILLAR SU NOMBRE, MUCHO MENOS GENTE DE PAISES EXTRANOS BENDITO SEA EL EJERCITO DE GUATEMALA QUE HOY POR HOY MUCHISIMA FALTA HACE EN MI BELLA CHAPINLANDIA.RECIBAN UN CORDIAL SALUDO DESDE NEW YORK (USA) DE VERONICA Y MARIO GALINDO
ResponderBorrarGracias verónica y Mario por su comentario. Nos anima a continuar sirviendo a nuestra sociedad honrada y trabajadora, eso sí, hasta donde la misma sociedad no lo permita.
ResponderBorrarteresante comentario sobre la "Mentalidad Militar" en el ejército de Guatemala, al cual admiro como institución. Pero me parece más que todo idealista y fuera de la realidad. En los ultimos años, el ejército se ha visto plagado de críminales que han formado grandes grupos con mucho poder dentro de la misma institución y dentro del gobierno en general. El Ejército fue una institución muy estable y con robusta salud en lo financiero, pero bandas de críminales en uniforme saquearon sus arcas y la dejaron de rodillas al hacerse de manera ilegal de los fondos del IPM y afectar así a sus afiliados.
ResponderBorrarEn donde queda esa mentalida militar entonces? me parece que solo en el papel o solo en las caciones y lemas militares, ya que en la realidad no se lleva a la practica.
Si queremos hacer gala de un menatlidad puramente militar, tenemos que llevar a la practica la honestidad e integridad y no continuar encubriendo a los crminales que son miembros de la institucion (o que lo fueron y ahora gozan de todo lo robado y grandes pensiones de retiro que son insultantes para la realidad de nuestra Guatemala). Ex minstros de la defensa y Jefes de Estado Mayor, tienen pensiones de retiro que equivalen a mas de Cinco Mil Dólares mensuales. Comparemos eso con lo que recibe un jubulado del estado en general.
Ademas, porque? nunca se proceso a los Gerentes Generales del IPM y miembreos de la Junta Directiva, que participaron en el saqueo de sus activos y dejaron las arcas vacías? Porque Barrios Zelada y Cecilio Pelaez están libres y no son sujetos de investigación críminal? "Mentalidad Militar" es un llamado a la etica y tambien a la probidad, no al encubrimiento de actividades criminales, bajo el manto de una "LEALTAD" mal enfocada.
Acepto que el idealismo se ha reducido, pero no perdido. Ese idealismo es el que mantiene el prestigio del Ejército por el cual usted y otros admiran a la institución. Ese idealismo convence de la necesidad de cumplir bien la misión para el bienestar nacional, pese a que los recursos son escasos.
ResponderBorrarNo todos repito, están saturados de idealismo. Exponen diversas circunstancias, pero los delitos no deben ser tolerados y hemos visto como la “mentalidad militar” de hoy trabaja en esa dirección. Los hechos y capturas en los últimos dos meses han sido ampliamente publicados.
Cuando un proceso/denuncia no prospera por el sistema de justicia eso es otra historia; pero hoy el idealismo, en la medida que usted quiera darle, prevalece sobre la “lealtad mal enfocada” (encubrimiento de delitos).
Estoy totalmente de acuerdo, en las instituciones hay buenos y malos, el Ejercito de Guatemala ha sido evaluado por muchos, más por lo que hace el malo. Un oficial del Ejercito de Guatemala es un soldado intrinsicamente profesional, que se quiera extraviar en el camino ya es competencia de el, una decision propia que lamentablemente mancha a toda la institución. Por otro lado pienso y me corrigen por favor si estoy mal, pero con los acuerdos de paz me dio la impresion que la mistica militar se redujo, de manera desequilibrada, incluso la disciplina, les comento esto porque veo con preocupación a los nuevos oficiales y me da la impresion que estan perdidos entre dos mundos, el del conflicto y el
ResponderBorrarde la paz. Y como me dijo un buen amigo, cuando nos graduamos de arquitectos, la cuspide de nuestro logro es ver terminado un edificio diseñado por nosotros, y cuando se es militar haber estado en combate, cosa que no se va a dar para muchos. Saludos a todos.
Casi la totalidad de los oficiales superiores actualmente en activo (mayor a coronel) participaron de uno a 18 años en el enfrentamiento armado interno.
ResponderBorrarSi la mística y la disciplina de los oficiales jóvenes, que no combatieron, ha decaído luego de la firma de los acuerdos de paz, es responsabilidad de estos oficiales superiores que sí vivieron esos años y no exigen lo que les corresponde a sus subalternos hoy día.
Por tanto, los subalternos (jóvenes) en sí, no son completamente responsables de esta percepción de poca mística y disciplina en ellos.
¿No será que la baja moral e indisciplina es de algunos de estos oficiales superiores y que por consiguiente no la exigen a sus subalternos?
De ser así ¿Cuáles serán las razones de la falta de mística, moral y disciplina?
Cada uno debería cumplir con abnegación y entusiasmo el papel que le corresponde; o recordar la frase enseñada durante la formación militar:
"Escuela Politécnica, si no te dignifico, inspírame a solicitar mi retiro"
Se perdieron en el acomodamiento, lejos de atesorar toda esa experiencia la desecharon como un mal recuerdo y no supieron transmitirla, se convirtieron en empleados del Ejercito, dejaron de ser oficiales. El uniforme se lleva en el corazon y la mistica militar en las venas. Lo que mas extraño del Ejercito es el sentido de pertenencia.
ResponderBorrar