La Rebelión de los pretorianos
Ensayo histórico/sociológico
Autor: Mayor de Infantería ( R ) Gustavo AdolfoDíaz López
dabogados@intelnet.net.gt
Edición: Editorial Oscar de León Palacios
La obra está dividida en tres partes que a su vez
comprenden ocho capítulos.
El Capítulo I, a manera de presentación, explica las
actuaciones históricas de la Guardia Pretoriana , sus virtudes y defectos; y
plantea la existencia, en la segunda parte del siglo XX, en Guatemala, de
fuerzas militares, que sin proponérselo, se vieron obligadas a asumir funciones
y actitudes similares a las de sus antecesores de hace casi dos milenios. El
fenómeno del pretorianismo, queda al margen de esta obra, considerando que es
ajeno a los protagonistas y que además, debería de ser tema de interés para
otros autores y estudiosos.
El capítulo II, en forma resumida, se refiere a la
problemática nacional, en el período comprendido desde la independencia
nacional en el siglo XIX, hasta llegar a la actualidad en los albores del siglo
XXI; señalando que en alto porcentaje; es atribuible a la clase política, la
responsabilidad por la falta de visión de país; los altos niveles de corrupción
y la falta de planes, programas y políticas de Estado; cuyo resultado ha sido
que algunos –la mayor parte- de los gobernantes del país, se hayan convertido
en depredadores del erario nacional, creadores de miseria y verdaderas
pesadillas para esta noble y pacífica población.
El capítulo III; pretende explicar la forma en que el
Ejército de Guatemala; superó sus debilidades logísticas, administrativas,
estructurales y la tradición cuartelera que a inicio de los años 60, le
mantenía en un bajo nivel, sin experiencia de combate y con casi nula capacidad
operativa. Afortunadamente para la
República ; la Escuela Politécnica , producía una casta de
verdaderos soldados, cuya determinación y coraje, les llevarían a enfrentar
exitosamente al enemigo terrorista, cuya violencia era sustentada por la Unión Soviética y
su satélite americano: Cuba. Ni el abandono y la traición de que nos hiciera
víctima el gobierno de los EEUU, ni el aislamiento internacional, fueron
capaces de doblegar a aquellos ciudadanos en uniforme, cuya socialización se
había fortalecido en la escuela militar.
En la segunda parte; el Capítulo IV, utiliza un estilo semi biográfico, vivencial;
presentando –sin referirse taxativamente a ella- la gradual asimilación de la
realidad nacional y el conflicto armado, dentro del proceso de socialización de
los oficiales del ejército; que siendo casi niños habían iniciado su formación
en la escuela militar, y que, en esta etapa de su vida, empezaban a adquirir
sus primeras experiencias en la guerra.
Algunos
eventos relatados; deberían hacer pensar a los estudiosos lo que podría haber
ocurrido si hubiera estallado una guerra contra la potencia colonialista del
imperio Británico. ¿Habría quedado mutilado el mapa nacional o tal vez se
hubiera logrado recuperar al menos una franja de terreno en el sur de Belice?
¿Cuántos mártires hubieran caído en esta cruzada patriótica? ¿Qué acciones
hubieran emprendido las facciones subversivas? Este capítulo también dedica
espacio al análisis de la grave problemática que afectó la vida familiar de los
militares, así como la heroica actitud de las madres y esposas.
El capítulo V, presenta una visión de las acciones
estratégicas, políticas y militares, que detuvieron el avance de los frentes
guerrilleros, contrarrestando además sus exitosas acciones en la lucha de masas
y en el frente internacional; aunque sin lugar a dudas, lo más importante a
resaltar, sea que después de la victoria obtenida con las fuerzas de tarea y la organización de las
patrullas de auto defensa civil –que quitaron el agua al pez revolucionario-;
el jaque mate a las aspiraciones insurgentes de alcanzar el poder lo constituyó
el proceso de retorno al orden constitucional.
En la tercera parte, el capítulo VI; ubica al lector,
en la etapa de transición, que se produjo al finalizar los gobiernos militares
e inicio de un nuevo período al que se denominó de apertura democrática;
enumerando las características que presentaban los sectores civil y militar al
inicio del gobierno del licenciado Marco Vinicio Cerezo Arévalo; las
desavenencias surgidas entre ambos y la peligrosa intromisión de los políticos
de turno, en la institución militar.
El capítulo VII; hace una disección de los sucesos
que llevaron a un grupo de soldados pretorianos –en situación de activo y de
retiro- a asumir un compromiso; tomando los riesgos y sacrificios inherentes,
que su juramento de lealtad a la patria y su bandera, les exigían. Ante la
falta de mecanismos legales efectivos, para exigir a los gobernantes el
cumplimiento de sus funciones y en última instancia, para revocar los mandatos
conferidos a los funcionarios electos por el pueblo –sin romper el orden
constitucional-; los pretorianos, llevaron a cabo un levantamiento militar, el
11 de mayo de 1988, que recibió mucho apoyo de la población, pero que fracasó
–por motivos que se explican-.
En el capítulo VIII; el lector descubrirá, la
problemática que seguía presentándose en el país, producto del desgobierno,
corrupción e infiltración de elementos subversivos: situación que empujó a un
nuevo grupo de oficiales, a tomar acciones para enfrentar el rumbo socializante
–marxista leninista- del gobierno. El nueve de mayo de 1989, las tropas
salieron a la calle y estuvieron muy cerca de cambiar el statu quo nacional.
Después de la rebelión de los
pretorianos, el país vio alejarse una grave amenaza y la gente pudo respirar
con tranquilidad.
¡ El comunismo había sido
nuevamente derrotado !
Gustavo Diaz López
Mucho dolor me produjo el saber de esa historia. Dolor y envidia. Aquí pasó eso, las ratas vencidas ocuparon el poder políticamente, pero no hubo pretorianos suficientes y con huevos para preocuparlas mucho; así, cómodamente, ellas se dedicaron (y dedican) metódica y "democráticamente" al deporte vindicativo de atraparlos, engrillarlos y sepultarlos en mazmorras.
ResponderBorrarLos militares no nos han regalado nada. Acaso la prosperidad de las elites, bañada en sangre. Los guerrilleros tampoco. Excepto una búsqueda de justicia social ahogada en más sangre. La exguerrilla, que reclama justicia para los muertos, calla sobre los propios. Procurar otra forma de victoria sobre el viejo enemigo supone prolongarla. Y eso no nos sirve de nada a los ciudadanos.
ResponderBorrarPublicado en El Periódico 21-11-2011
Nos legaron una “zozobra firme y duradera”. Quienes se lanzaron a guerrear con las armas en la mano lo hicieron por su cuenta y riesgo. No ostentaban la representación de nadie, pues “las grandes mayorías destituidas” brillaron en su bando por su ausencia.
ResponderBorrarEl Ejército luchó en su suelo patrio con escasísimos recursos nacionales; con sus nombres y apellidos, rostros, y rangos identificables y constatables. Los subversivos, en cambio, al amparo de la alevosía y la nocturnidad, ocultos tras pasamontañas y con apodos encubridores, coordinados desde fuera de Guatemala en La Habana, y con plétora de fondos que les llegaban subrepticiamente desde Europa y Norteamérica.
Publicado en El Periódico 03-11-2011
La insurgencia actuó al margen del orden constituido, eso es cierto, y se hacía merecedora por tanto a una persecución legal. Pero para combatirla el Ejército recurrió a un sinnúmero de ilegalidades. Y puesto que lo hizo con base a los recursos del Estado, a los cuales contribuimos los ciudadanos, pretendió hacerlo en nombre de todos.
ResponderBorrarPublicado en El Periódico el 05-12-2011
Si el perdón y el olvido han empezado a dar frutos o al menos constituyen un delgado arbusto, es necesario preguntarse cuándo ya es muy tarde para permitir el renacimiento del pasado, la reapertura de las heridas ya curadas por los años.
ResponderBorrarDemasiados guatemaltecos, hombres y mujeres, han debido tomar la decisión de perdonar y olvidar. Esa decisión, personal e íntima, debe ser respetada aunque no nos agrade: cada quien maneja su dolor como puede. No se puede olvidar tampoco: quien no olvida ni perdona, y por ello exige castigo, debe aceptar el derecho del otro a actuar de la misma manera. Todos deben ser medidos con la misma vara. Quien exige justicia tiene plena razón, pero la pierde si al mismo tiempo rechaza la justicia exigida por quienes fueron contrincantes.
Publicado en Prensa Libre 07-12-2011
A pesar del descalabro interno sufrido por el Ejército en los últimos años del conflicto, cuando la corrupción de la cúpula militar llegó a asquear incluso a la propia institución; a pesar de los excesos dantescos que implicó la estrategia de tierra arrasada y la derrota militar de la insurgencia, el Ejército es hoy una de las instituciones mejor vistas por la ciudadanía.
ResponderBorrarTomen cualquier encuesta sobre credibilidad institucional y lo podrán comprobar. Los guatemaltecos ven con respeto al Ejército y a las Iglesias. Ahí tenemos el retrato de nuestro espíritu conservador.
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Muy a pesar de los nostálgicos, el Ejército ya tiene una Doctrina Militar (como un cuerpo consolidado, que antes era un maremágnum disperso). Existe un Libro Blanco, que a pesar de que ha servido más de pisapapeles que de guía, es un precedente que no se debed pasar por alto. Pero mucho más importante. Hay una red de relaciones entre la institución y sectores de la sociedad civil (como dice Dina, no el planeta de las ONG) tejida gracias a algo que muy pocos recuerdan pero que ha tenido un papel de suma importancia: el Centro ESTNA
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